AFGANISTÁN: EL OCASO DEL IMPERIALISMO YANQUI

Cabe recordar, que Estados Unidos invadió Afganistán como una salida desesperada a una fuerte crisis de su sistema. Es importante preguntarse ¿a qué país pretenderá invadir ahora, y qué pretextos inventará? ¿Será el burka; las armas biológicas inexistentes; el terrorismo que ellos mismos crean, entrenan y arman; la violación de los derechos humanos; la implantación de “dictaduras” o totalitarismos inaceptables en aquellos países que no son aliados de ellos? ¿Seguirán atacando a quienes no acaten los valores occidentales, así como las cruzadas de la iglesia católica contra las herejías en el medioevo? Sin duda, cualquier excusa sirve para desatar una guerra si su dominación se ve amenazada.

AFGANISTÁN: EL OCASO DEL IMPERIALISMO YANQUI

José Leiva

Después de 20 años de ocupación, se repiten las imágenes de Vietnam. Esta vez con la desbandada de las tropas norteamericanas y de la OTAN de Afganistán.

La invasión de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán fue el intento fallido de imponer mediante la fuerza, el liderazgo imperialista al mundo. Después de 20 años, claramente fracasó esa política hegemónica y dictatorial.

Aunque muchos no lo creen o minimizan la importancia de las leyes que rigen la economía, son éstas   el factor predominante en el desencadenamiento de las guerras. No fue Helena la causante de la guerra de Troya, ni el asesinato del Archiduque del Imperio austrohúngaro, Francisco Fernando, la razón de la Primera Guerra Mundial, ni tampoco Adolf Hitler con su locura, la causa de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo real detrás de estos conflictos bélicos, fue la necesidad de desbloquear las trabas del desarrollo económico. En Troya, fue el dominio de las rutas marítimas en el mediterráneo; la pugna por los mercados entre los países imperialistas en la Primera Guerra Mundial y la necesidad de expansión de la economía alemana en la Segunda Guerra Mundial.  

La caída del campo socialista, en 1991, abrió un amplio mercado al capital occidental, que, junto al desarrollo tecnológico, permitió la universalización del modelo neoliberal y la globalización de la economía. Este acelerado desarrollo también provocó la falta de mercados, lo cual se manifestó con la crisis asiática. La solución vino con la apropiación de los mercados remanentes de los ex países socialistas, iniciada con la guerra contra Yugoslavia.

Pero ello no fue suficiente: los atentados contra las torres gemelas (World Trade Center), le dio a Estados Unidos, la justificación para lanzar una ofensiva de dominación mundial. La invasión a Afganistán fue su cabeza de puente para extenderse al medio oriente y norte de África. Irak, Libia, Siria son secuelas de las ansias de esa dominación mundial. El objetivo era eliminar toda competencia y manejo de los mercados de capitales, mano de obra y mercancías. Para Estados Unidos, es una necesidad de “vida”, cumplir estos objetivos.

La heroica resistencia de Irán para llevar adelante su propio proyecto soberano ante estas pretensiones hegemónicas, y la intervención solidaria de Rusia en Siria, de ayuda a su gobierno, ante la desestabilización propiciada por el imperio, detuvo el avance de las fuerzas occidentales.

Los supuestos pretextos morales aducidos (defensa de los derechos humanos, democracia, etc.),   con el fin de justificar las intervenciones, se han desmoronado en el tiempo, por la fuerza de los hechos objetivos. Estados Unidos y sus agencias de inteligencia, han engendrado a los grupos terroristas de Al Qaeda, ISIS e incluso a los Talibanes, que fueron utilizados para socavar gobiernos progresistas o soberanos.

Ésa es la política del imperialismo contra todo el que pretenda buscar vías propias de desarrollo e independencia. Lo hemos visto innumerables veces en América Latina: Playa Girón en Cuba, el golpe militar en Chile, los grupos mercenarios en Nicaragua y Venezuela, entre otros muchos casos.  En la actualidad, con la complicidad de jueces lacayos, han sacado del gobierno a presidentes, bajo falsas acusaciones de corrupción; recurren al bloqueo económico e incluso al sabotaje a los servicios básicos (agua, electricidad e insumos médicos). Con ello, crean las condiciones para convertir a esos países en “Estados fallidos”. Para ello, recurren a los medios de prensa, redes sociales y tecnología, difundiendo noticias falsas e imponiendo de esa forma la mentira. Utilizan como medios ideológicos, los anhelos de los pueblos por democracia, derechos humanos, justicia y progreso, en circunstancias que es justamente el imperialismo el que socava todo aquello.

El pueblo de Afganistán es un pueblo históricamente indomable contra el cual se estrellaron grandes potencias. No sirvieron los 20 años de invasión para someterlos. El imperialismo introdujo a la fuerza una cultura foránea, modos de producción avanzados tecnológicamente para la explotación del opio, tanto para los laboratorios farmacéuticos, como para el narcotráfico. También modernizó el transporte y aplicó última tecnología en los medios de comunicación, cambios que quedarán y a los cuales los afganos se irán adaptando o serán elementos de discordia social. Sólo los afganos tienen el derecho de decidir cómo resolverán las contradicciones del presente y el futuro.

Las guerras, la inversión millonaria en el aparataje bélico y el fracaso en la consecución de sus objetivos, ha debilitado como nunca a Estados Unidos y occidente. Por el contrario, China y Rusia se van consolidando como potencias económicas y militares. La alta cualificación de sus fuerzas productivas hace indetenible el avance de sus sistemas, frente a los de occidente. Ello, acelera el declive del imperio y sus aliados, cuyo colapso es ya insostenible.

Cabe recordar, que Estados Unidos invadió Afganistán como una salida desesperada a una fuerte crisis de su sistema. Es importante preguntarse ¿a qué país pretenderá invadir ahora, y qué pretextos inventará? ¿Será el burka; las armas biológicas inexistentes; el terrorismo que ellos mismos crean, entrenan y arman; la violación de los derechos humanos; la implantación de “dictaduras” o totalitarismos inaceptables en aquellos países que no son aliados de ellos? ¿Seguirán atacando a quienes no acaten los valores occidentales, así como las cruzadas de la iglesia católica contra las herejías en el medioevo? Sin duda, cualquier excusa sirve para desatar una guerra si su dominación se ve amenazada.

Lo cierto, es que la verdadera amenaza contra la existencia del planeta es la crisis del capital. El capital no tiene sentimientos y prefiere aniquilar a todos ante la posibilidad de su propia desaparición. Quienes piensan que el capital es manejado por el ser humano a su antojo, solo reflejan el oportunismo o la comodidad de ser sus esclavos. Es el modo de producción el que determina la conciencia del ser humano. Somos como producimos. Por ello, excepto cuando el capital entra en crisis, siempre las mayorías se someten a su voluntad. Las guerras son el instrumento al cual recurre el capital para salir de ellas. En la actualidad, dada la profundidad de la crisis, en un mundo globalizado, nos enfrentamos a la posibilidad cierta de una guerra que será de carácter global.

Entramos en una época de desmoronamiento del sistema capitalista. Hace 20 años, la invasión de Afganistán fue muestra del poderío imperialista. Hoy la retirada refleja su hecatombe.

Los pueblos de todos los países necesitan un nuevo orden mundial. Es la única manera posible de evitar ser arrastrados a una desaparición masiva. Rebelarse a permitir el fin del planeta y a desaparecer, implica necesariamente hacer la revolución socialista.