VOLADORES DE LUCES SOBRE CHILE Y SU CIELO AZULADO

Chile se está llenando de pirotecnia. Casi todo el mundo mira hacia el cielo, se maravilla y comenta. Nadie quiere mirar lo que realmente sucede en la tierra. Lo terrenal deprime. Así es la política en Chile. La encargada de la pirotecnia es la “clase política”, o sea, todos aquellos que, por dinero, aceptan insertarse en este sistema fracasado para actuar políticamente.

José Leiva

Chile se está llenando de pirotecnia. Casi todo el mundo mira hacia el cielo, se maravilla y comenta. Nadie quiere mirar lo que realmente sucede en la tierra. Lo terrenal deprime. Así es la política en Chile. La encargada de la pirotecnia es la “clase política”, o sea, todos aquellos que, por dinero, aceptan insertarse en este sistema fracasado para actuar políticamente.

Cuando el sistema capitalista entra en sus crisis periódicas, uno de sus síntomas, es que el dinero acumulado no vuelve a circular en el sistema reproductivo. Al no invertirse, deja de funcionar como capital para generar más dinero. ¿Y adónde va? Estancado, metido en una bodega bancaria o bajo el colchón, pierde su valor, por lo que busca alguna utilidad en otros ámbitos, principalmente, en las ciencias, tecnología y política.

En las ciencias y tecnología busca nuevas formas que lo hagan prescindir de la mano de obra humana para bajar los costos de producción. En política se usa en la compra de los funcionarios del Estado. Por ello, los políticos con o sin partido, se transforman en un segmento social aparte del resto de la sociedad, muy minoritario, pero con mucho poder. Como una “clase social” aparte. De ahí que se les denomina “clase política”. Pero, a fin de cuentas, al servicio de sus “empleadores”: los grandes empresarios, la gran burguesía que es la verdadera clase dominante de la sociedad. Así funciona el sistema avalado por el marco jurídico impuesto por la dictadura militar y mejorado por los gobiernos sucesivos, que ahora ingenuamente se pretende cambiar.   

 1. “El acuerdo de Paz”. El estallido social del 18 de octubre de 2019 ocurrió en protesta contra este sistema corrupto. Hizo tambalear al gobierno y a todo el Estado en su conjunto. La clase política se recompuso rápidamente del shock inicial y para preservar sus privilegios, puso de inmediato en jaque al pueblo con su “Acuerdo de Paz”. Este “acuerdo”, fue el primer volador de luces que obnubiló la mente a una gran parte de nuestro pueblo. Creyeron en los operadores políticos de la burguesía.

2. La Convención Constituyente. Es el segundo volador de luces. Vemos cómo discuten todos y de todo menos de los verdaderos intereses del pueblo, el problema de la propiedad de los grandes medios de producción: el verdadero factor generador de riquezas para unos pocos y a la vez, causa de las principales injusticias sociales en el país.

La participación supuestamente transversal de todo tipo de personajes, hace creer que todos los intereses están reflejados en la Convención. Al poco andar, fue saliendo a la luz, lo patético de cómo transcurren los debates. La “Lista del Pueblo”, fundada por otros operadores políticos que se aprovecharon del estallido para darse a conocer, obtuvieron prácticamente un tercio de la Convención, pero se desintegraron al poco andar.

De ahí surgió el Pueblo Constituyente que ya está desmembrándose a un par de semanas de constituirse. Las condiciones políticas aceptadas por algunos representantes elegidos, más por sus discursos que por otra cosa, junto con la clase política neutralizaron al verdadero movimiento popular surgido del estallido. Los medios de comunicación, se solazan mostrando en sus portadas el show de la constituyente como si se tratara de simple farándula.

Sabemos que, aunque tenga como presidenta a una representante mapuche, la Convención Constituyente no va a resolver los problemas de su pueblo. Nada va a cambiar, porque la Convención Constituyente no tiene ningún poder, ni es soberana.

3. La idea de Chile como un país próspero y lleno de oportunidades. Es cierto que la minería mantiene su relevancia en la producción manufacturera mundial, por lo que su demanda es importante y genera elevados ingresos al país. Pero la ambición ilimitada de los capitalistas de maximizar las ganancias, sumado a la crisis en la mayoría de los países de la región y de  América del Norte, crea la ilusión de que existen oportunidades laborales en nuestro país. El empresariado incentiva la inmigración por tener una fuente de mano de obra más barata que la nacional. El hecho es que, debido a las políticas neoliberales imperantes, dependientes del “primer mundo”, esta fuente laboral se limita a la industria extractivista y de materias primas, lo que reduce enormemente las potencialidades reales para absorber a la gran masa que busca trabajo. Una mayoría de inmigrantes pasa a trabajos informales y a delinquir para sobrevivir. También en ello se incluyen los carteles de narcotráfico que encuentran en Chile el puente para trasladar sus “mercancías” a Europa y otros continentes. En consecuencia, hecho es que, así como la pandemia, la inmigración es fuente de una catástrofe humanitaria.

4.  Las políticas financieras para paliar la cesantía a causa de la pandemia. Camuflado en discursos paternalistas la clase política, aprueba variadas formas de otorgar recursos financieros a la población. Lo real, es que la crisis del sistema capitalista sumado a la pandemia, trajo consigo una falta de liquidez, lo que amenaza seriamente con el colapso de la de la industria y el comercio nacional. El verdadero objetivo de los bonos de toda índole y los retiros de las pensiones de las Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP), es inyectar liquidez al mercado. Es un dinero que rápidamente entra en circulación mediante el pago de las deudas acumuladas por los trabajadores con la banca, financieras y casas comerciales, que siguen cobrando intereses usureros, a pesar de la pandemia.  A lo anterior, se suma la inflación manejada por el Banco Central. Los beneficios otorgados por el Estado tienen dos objetivos: inyectar liquidez para dar impulso a los capitales y adormecer a la población para evitar protestas por el descontento.

5. Campaña presidencial. Las elecciones son otro volador de luces para engañar y burlarse del pueblo. Mientras no se cambien las relaciones económicas en que se sostiene el funcionamiento de la sociedad, no será posible hacer cambios reales en las formas sociales y jurídicas. El fundamento mismo de las transformaciones necesarias, es eliminar el capitalismo como sistema y reemplazarlo por uno no mercantil o uno de transición hacia ese tipo de sistema social. Los candidatos son parte de la “clase política” y su rol es servir a los intereses del empresariado. En todas las últimas elecciones, incluido el plebiscito, la participación fue menos de la mitad del electorado. El pueblo se da cuenta de que ningún candidato resolverá sus problemas.

El sistema democrático es solo el intento de legitimar un mundo de injusticia que se va desmoronando más cada día que pasa. Se pretende que los candidatos representen a toda la sociedad chilena. Sabemos que la clase política es financiada por grandes empresas, y por lo mismo, a ellos responden.  Toda la faramalla de mostrarse de derecha o de izquierda es para hacer creer en amplitud, pero en la realidad solo representan a los intereses de una ínfima minoría, menos del 1% de la población, a los grandes oligarcas capitalistas.

Vivimos en una sociedad traumada por el golpe militar realizado contra el verdadero gobierno popular con Salvador Allende de presidente. El único gobierno en la historia de Chile que fue realmente del pueblo. Hizo en tres años más transformaciones y trajo más beneficios para el pueblo que todos los gobiernos posteriores (y anteriores). Chile es una sociedad que fue cambiada a sangre y fuego para servir a los grandes capitalistas. Revirtió el sentido de clase de nuestro pueblo por una gran masa informe conciliadora y crédula de las ilusiones capitalistas.

Estamos viviendo en una época que requiere cambios de fondo, estructurales, de esencia. Si no se realizan, significará el colapso de la humanidad y el planeta. Estamos entrando en una época en que la lucha tendrá muy variadas formas ante la incapacidad de las instancias actuales de dar cauce a los anhelos de nuestros pueblos. La revolución se posiciona cada vez más como única alternativa.

¡CHILE NO NECESITA REFORMAS, NECESITA UNA REVOLUCIÓN!