UCRANIA: ANTESALA DE LA III GUERRA MUNDIAL
Para adentrarnos en las verdaderas razones de la operación militar rusa en Ucrania y evitar que el árbol nos impida ver el bosque, debemos analizar la economía global. Es imprescindible ir de lo general a lo particular.
UCRANIA: ANTESALA DE LA III GUERRA MUNDIAL
(Marioneta del gran capital imperialista)
José Leiva
“Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. Estas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social” (Carlos Marx: Contribución a la crítica de la economía política).
Carl von Clausewitz decía que la guerra es “continuación de la política” a lo que Lenin agregaba “por medios violentos”. También Lenin definía a la política como “expresión concentrada de la economía”. Según estas definiciones todas las guerras en la historia de las sociedades modernas tienen, en última instancia, una causa económica.
Para adentrarnos en las verdaderas razones de la operación militar rusa en Ucrania y evitar que el árbol nos impida ver el bosque, debemos analizar la economía global. Es imprescindible ir de lo general a lo particular.
En la actualidad, existen dos grandes polos en la economía global: uno en plena capacidad productiva con crecimiento sostenido y otro en seria crisis, en un estado de decadencia continuo. El primero es impulsado por las economías euroasiáticas de China, Rusia e India, y el segundo por Estados Unidos y Europa. No todas las economías pueden estar en proceso de crecimiento, y en este momento, llevan la ventaja los países que se basan doctrinariamente en la teoría marxista, o que la conocen profundamente (China y Rusia). Cabe preguntarse, qué relevancia tiene el factor ideológico en algo que es meramente capitalista. La respuesta es que unos no temen al socialismo, mientras otros sienten pavor ante esa eventualidad. Unos no persiguen el lucro personal y para los otros, en cambio, es su razón de existencia.
Cualquiera que comprenda la teoría de Carlos Marx sobre el capital y su modo de producción, sabe que la economía tiene sus leyes particulares que determinan las relaciones de producción, y con ello las relaciones sociales. El capitalismo entró en una crisis en 2008, de la cual no logra salir. Si no logra revertirla y se mantiene el declive o su estancamiento, implica su muerte.
Las causas de las crisis económicas cíclicas del capitalismo, son siempre por sobreproducción de mercancías y capitales no habiendo suficientes mercados para su venta y circulación. Para resolverlas, al menos momentáneamente, se requiere crear o conquistar nuevos mercados. La otra alternativa para los capitalistas, es la destrucción masiva de fuerzas productivas (paralización de industrias, despidos masivos y destrucción de mercancías, entre otras). En la actualidad, la capacidad productiva del planeta sobrepasa las necesidades de los seres humanos que la habitan. Se produce alimentos para el doble de la población mundial, pero paradojalmente, millones de seres humanos mueren de hambre cada año. Existe capacidad para dar salud, vivienda, educación e incluso satisfacer las necesidades culturales, artísticas de recreación y entretenimiento de toda la población mundial, pero sólo accede a ello una minoría ínfima. Cada habitante podría tener un celular smartphone y sobrarían, pero más de un tercio no cuenta con ellos. El capitalismo lo impide porque de otra forma muere como sistema. Las necesidades de la población son fuente de riqueza y lucro de una minoría.
En la medida en que más se desarrolla el capitalismo más crecen las condiciones para su fin. Es una de las paradojas principales del sistema capitalista: a mayor crecimiento menor tiempo de sobrevida, y no hay retorno, excepto con una guerra mundial nuclear. Como han pronosticado los científicos ello implicaría la destrucción del planeta y el regreso a la barbarie.
¿Qué diferencia a China y Rusia del mundo imperialista occidental? China como país socialista y dirigido por un Partido Comunista, tiene como objetivo la superación del capitalismo y crear las condiciones para pasar a una sociedad sin clases, una sociedad comunista. De este modo, siguiendo uno de los principios de Marx, todo el esfuerzo va dirigido a desarrollar al máximo las fuerzas productivas de la sociedad, y con ello, generar las condiciones para transitar a una sociedad superior. Es por ello, que han logrado en 40 años lo que occidente hizo en 400 años. Rusia, por su pasado socialista, tampoco le pone trabas al desarrollo de las fuerzas productivas.
El imperialismo norteamericano y europeo, por el contrario, solo permite un desarrollo que les permita mantener y elevar la tasa de ganancia. Ello implica limitar el desarrollo de las fuerzas productivas. Se entiende, en el capitalismo, por productivo a la creación de valores de cambio, de mercancías. Las masas productivas de valores no son todos los que trabajan. Actualmente, en el mundo el 80 por ciento de la fuerza laboral es improductiva o crea valores ínfimos. Dar rienda suelta al desarrollo de las fuerzas productivas implica una superestructura jurídica acorde con ellas y crear las condiciones para el paso a un sistema socialista. Los países que han llegado a situaciones semejantes son aquellos donde ha habido previamente revoluciones proletarias (Rusia y China).
Para trabar el desarrollo de las fuerzas productivas el imperialismo recurre a políticas proteccionistas para sus economías y a su andamiaje ideológico, que es el burgués. Así como en el medioevo en nombre de Dios mediante las cruzadas se invadía otros territorios o se perseguía al pueblo con la excusa de combatir herejías o paganismos, hoy en nombre de la democracia, la paz, los derechos humanos, una supuesta lucha contra el terrorismo (que ellos mismos han creado y financiado) o contra el comunismo, sirven para justificar la destrucción de naciones o pueblos que buscan un desarrollo independiente y soberano. Así cómo en la época medieval los imperios esclavizaban o aniquilaban a pueblos enteros sea por mano de obra esclava o desaparecían a naciones enteras solo por codicia al oro como lo fue en nuestra América. Hoy es por el petróleo o eliminar competencias como ha sido con Irak, Afganistán, Yugoslavia, Siria, Libia, y tantos otros países en el mundo que a través de la historia han sido destruidos o transformados en Estados fallidos. El objetivo final del capitalismo y del imperialismo como su expresión superior, es frenar el desarrollo económico, tecnológico y político independiente de esos países para privilegiar sus intereses económicos y de dominación. Todas las instituciones creadas por el imperialismo son para defender sus intereses y asegurar apoyo e impunidad a sus crímenes.
El hostigamiento a Irán, Rusia y China va en línea ascendente de forma constante y sistemática. Sanciones económicas y comerciales a empresas, a líderes políticos y empresariales es la tónica del imperialismo decadente por frenar a los países en ascenso. Es la forma inicial para frenar la producción de esos países. El siguiente paso es la guerra.
Las bases militares de Estados Unidos rodean a China y Rusia; el Mar Negro está plagado de naves militares norteamericanas y la OTAN; se ha llenado de lanzaderas misileras a lo largo de toda la frontera de Rusia y, para colmo chantajean a los países vecinos para que se integren a este sistema militar. Actúan como verdadera mafia ofreciendo protección ante ataques externos y si se niegan son destruidos.
A Ucrania le socavaron su sistema democrático mediante fuerzas mercenarias y de servicios de inteligencia occidentales, lo que culminó en el golpe de Estado de 2014. El objetivo fue siempre incorporarla a la Unión Europea y a la OTAN, con el fin de ahogar a Rusia.
Las últimas provocaciones y violaciones tanto del espacio aéreo como marítimo por fuerzas militares de occidente, las sanciones económicas, abrir espacio para la nuclearización militar de Ucrania, son solo medidas para trabar la economía rusa, y con ello, sacar a la propia de una profunda crisis con características de terminal. Una vez logrado este objetivo seguiría China. Solo así pueden mantener viva su dominación, lo que también significa mayores miserias para los pueblos, las que objetivamente no tienen razón de ser.
La mayor paradoja es que el conflicto no es entre los pueblos de occidente y oriente, es entre las grandes oligarquías occidentales frente al gran capital euro asiático, entre un orden económico anacrónico y en decadencia frente al de libre desarrollo del otro.
Sobre estas premisas es notorio el uso de Ucrania como trampolín para una conflagración mundial. El triunfo político de Rusia, si logra los objetivos militares que se trazó para devolver al país en un cauce democrático y realmente soberano sacando al gobierno títere de Ucrania, significará para occidente un acelerado deterioro político y económico con serias convulsiones sociales internas. En Estados Unidos, por sus características históricas, culturales, sociales y profundas contradicciones internas, se crearían todas las condiciones conducentes de entrar una guerra civil. Por el contrario, si Rusia es derrotada sería un retroceso histórico de inmensa magnitud, el cual abriría las puertas para la destrucción de China.
Las guerras surgen con la división de las sociedades en clases, unas dominantes y otras dominadas, y, las leyes por las que se rigen, provienen de las mismas relaciones de producción. Pretender que son producto de voluntades de ciertos individuos o grupos, significa caer en una ceguera que sólo conduce a ser esclavo del grupo dominante, favoreciendo al estancamiento económico y la generación de guerras.
Los tiempos previos a la guerra son siempre confusos porque es difícil comprender y asumir la posible autodestrucción. Sin embargo, el instinto de conservación también conduce a la aniquilación del prójimo. El capitalismo es el sistema que mayor progreso ha traído a la humanidad en su historia, pero también la mayor destrucción y tragedia. Todas las guerras anteriores siempre han sido por el desarrollo. Las actuales, a partir del siglo XXI, son de sobrevivencia como sistema, lo que las hace más peligrosas para toda la humanidad. La destrucción del mundo árabe con las guerras en Irak, Siria, Libia y la pretensión del imperialismo de acabar con Irán no ha sido suficiente para superar la crisis ni de crear condiciones de frenar a China, Rusia e India. Ahora, para ello, requiere de la confrontación directa.
En la antesala de las guerras las fuerzas progresistas y socialdemócratas se inclinan por censurarlas creyendo que la razón puede predominar. La negación de las leyes objetivas que llevan a la guerra los hace caer en oportunismos, que solo favorecen a las clases dominantes guerreristas.
Sin embargo, estas crisis son movidas también por el desarrollo, por resolver los problemas sociales, por la búsqueda de la paz, la sana convivencia y el progreso. El afán de los pueblos por vivir mejor, los impulsa a asumir posturas revolucionarias y acabar con el sistema. Solo así es posible evitar una catástrofe absoluta.
Resumiendo:
Estamos en presencia de una campaña sin precedentes del imperialismo norteamericano, en alianza con sus lacayos europeos contra Rusia, utilizando a Ucrania, la marioneta de turno preparada para ello por largos años. Esta campaña tiene como objetivo destruir a Rusia como potencia económica y militar. Abarca todos los ámbitos de las relaciones internacionales entre países y pueblos como la economía, diplomacia, deporte, cultura, medios de comunicación, internet, redes sociales, y todo aquello en que pueda existir alguna participación rusa. Se ha plagado todos los medios masivos de comunicación con mentiras para influir en la opinión pública. Censuran y bloquean no solo los medios rusos sino todo aquel que muestre una opinión independiente a los intereses de occidente. Todos los paladines de la libertad de prensa y opinión, ahora son los principales portavoces de la mentira y la censura que los medios de los países rastreros al imperialismo replican.
Es la desesperación de las potencias que, en el ocaso del sistema, buscan una salida, a través de una guerra que los saquen de su propia hecatombe y de una miseria ideológica sin retorno. Es una guerra iniciada por occidente en que el autor intelectual y dirigente es el gobierno de Estados Unidos, contra Rusia y para cuyo teatro de operaciones militares utilizaron a Ucrania donde su presidente, por ambiciones personales, se prestó gustoso.
Rusia no tuvo otra opción que defenderse y en ello consiste su actuación en Ucrania. Por su historia no iba aceptar más guerras en su territorio. Pudiendo mostrar un poderío destructivo que arrodillara de inmediato al gobierno títere de Ucrania han optado por negociar para evitar mayor derramamiento de sangre. Al contrario de lo que han hecho los occidentales en todas sus guerras. Toda la histeria manifestada para acusar de alguna forma a Rusia choca con los hechos.
Europa incapaz de mantener una postura propia es arrastrada a una situación que tendrá gravísimas consecuencias humanitarias, sin tener necesidad de ello. La dependencia a Estados Unidos los arrastra a su propia destrucción. Rusia tiene suficientes capacidades para salir victorioso de este embate reaccionario. Todo intento agresivo contra ella es un boomerang que retorna con creces sea este financiero, económico, político o militar. Si no se detiene la guerra el teatro de operaciones militares se trasladará de Ucrania a Europa.
Los “paladines” de la democracia, los derechos humanos y la libertad, se han sacado la careta mostrando su miseria burguesa y pequeñoburguesa. Su egoísmo les impide ver más allá del establishment vigente en decadencia. Se pliegan a la campaña contra Rusia más por temor a las futuras revoluciones que por otras razones. Existen honrosas excepciones de países, que, sin ser socialistas, revolucionarios o progresistas, se han negado a unirse a la cobarde y vergonzante campaña contra Rusia. Turquía, Brasil, El Salvador, además de México, cansados de la dominación y las trabas imperialistas, no han sucumbido a los intereses del imperialismo.
La única respuesta válida para evitar el apocalipsis al que nos conduce el imperialismo es la revolución de los pueblos en sus países contra las clases dominantes por un nuevo orden mundial, por el socialismo y comunismo.