Corrupción, mentiras y capitalismo

Nico Fuentes

«Ser culto es el único modo de ser libre»

José Martí

El pueblo ignorante, sin formación ideológica, política y sin conducción está destinado a ser engañado y explotado una y mil veces. En su lucha por conseguir migajas económicas dentro del capitalismo, reproducirá en su propio accionar, lo peor del sistema.

Corrupción, mentiras y capitalismo

Nico Fuentes

«Ser culto es el único modo de ser libre»

José Martí

El pueblo ignorante, sin formación ideológica, política y sin conducción está destinado a ser engañado y explotado una y mil veces. En su lucha por conseguir migajas económicas dentro del capitalismo, reproducirá en su propio accionar, lo peor del sistema.

Es el modo de producción de la vida material el que determina la conciencia. Somos como producimos. Por ello, a nadie debiera sorprender el espectáculo decadente que cruza la política chilena de manera transversal. No es nada nuevo, es la constante. Egoísmo, individualismo, clasismo, racismo, corrupción y mentira, son consustanciales al capitalismo. ¿Por qué entonces, los distintos actores políticos, incluida la izquierda sistémica, deberían actuar de manera distinta?

Lo cierto, es que dentro de los márgenes de este sistema, en todas partes siempre se cocerán habas. Del prontuario de la derecha fascista y de la Concertación ya se sabe demasiado. Sin embargo, esta vez, la corrupción, los chanchullos de poca monta y la mentira estallaron en las entrañas de la autodenominada Lista del Pueblo. La fuerza que se autoproclamó defensora y representante de los intereses del pueblo, que prometió una nueva forma de hacer política, demostró en la práctica que en el fango del capitalismo, todos los sectores actúan igual, independientemente de posibles buenas intenciones. Algunos lo supimos desde el comienzo. Otros incautos aún permanecen en el limbo de esta maloliente batalla electorera, que recién comienza.

El escándalo, sin duda ha afectado no sólo la imagen de la Convención  Constituyente, el engendro con el cual la clase política al servicio del capital, sepultó la Asamblea Constituyente. La derecha sabotea la convención desde dentro y utiliza los medios de comunicación para frenar cualquier eventual avance que afecte sus intereses, por insignificante que éste sea. Hoy deben preguntarse para qué tanto esfuerzo si las propias fuerzas de izquierda al interior de la convención la destruyen al reproducir las lacras que dicen combatir.

Pero la verdad, es que a pesar de este lamentable espectáculo, la sola pretensión de lograr cambios profundos del sistema, a través de la redacción de una nueva constitución, está destinada al fracaso. No es posible cambiar la base material de un sistema con una nueva constitución. Si no se cambia la estructura económica, modificar la constitución es un espejismo que sólo contribuye a alargar la agonía de un sistema en crisis, que amenaza la supervivencia del planeta.

Aunque los convencionales lograran redactar una constitución con cambios estructurales al sistema, si éstos afectan los intereses de la clase dominante y del imperialismo, jamás serán aceptados. Vivimos en carne propia, la violencia brutal desatada por estas fuerzas reaccionarias en 1973 en respuesta al proyecto de la Unidad Popular. Quienes piensen que no lo volverían a hacer para preservar sus privilegios de clase, niegan la realidad objetiva. Se trata de lucha de clases, porque la contradicción capital-trabajo, es de carácter irreconciliable. Lamentablemente, sólo los capitalistas, que tienen el poder real, parecen tenerlo claro, y actúan en consecuencia. Democracia cuando les conviene. Genocidio cuando sus intereses peligran.

Paralelamente, al quehacer de la convención, la carrera presidencial para elegir al candidato que siga administrando el sistema en crisis, sigue su curso. Por el momento, lidera las encuestas Gabriel Boric del Frente Amplio, seguido por Sebastián Sichel de la derecha empresarial, y la demócratacristiana, Yasna Provoste, representante de la ex Concertación devenida en Nueva Mayoría. El resto de los candidatos sólo cuenta con un apoyo marginal.

La oferta del frenteamplista Boric es realizar algunos cambios cosméticos al sistema para hacerlo un poco más equitativo. Crée en la posibilidad de un capitalismo más humano donde capitalistas y explotados puedan convivir en paz y armonía. Pero más allá de los deseos idílicos de Boric y sus correligionarios del Frente Amplio, la realidad demuestra que defiende los intereses de clase a la cual pertenece. Su apoyo al intervencionismo criminal del imperialismo contra Venezuela y Cuba; la firma del denominado Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución impulsado por la derecha para terminar con el estallido social del 18 de octubre de 2019 y dar un cauce institucional a la movilización masiva del pueblo; y su participación activa en la promulgación de la Ley Antisaqueos y Antibarricadas, destinada a criminalizar la protesta social, develan su verdadero rostro.

Sebastián Sichel, es el candidato del empresariado y la derecha, cuya candidatura no ha logrado prender, en gran medida por la sombra de haber sido ministro del gobierno de Sebastián Piñera. Pero el capital y el imperialismo, nunca ponen todos los huevos en la misma canasta. Yasna Provoste, a pesar de su perfil de avanzada dentro de la Democracia Cristiana, también puede ser una buena alternativa para reeditar un nuevo gobierno de la ex Concertación. Un nuevo rostro, con un aire díscolo, que permita escenificar otro simulacro de cambio, para que todo siga igual. Los medios de comunicación, incluida por cierto la prensa mercurial, no ha escatimado esfuerzos y recursos para posicionarla como una carta presidencial. Desde la presidencia del senado, con una cuidada asesoría comunicacional y de imagen, que incluyó vestuario, maquillaje y peluquería, ha llenado la pantalla televisiva y las portadas de la prensa escrita. Las poderosas fuerzas tras esta verdadera unción política, la han llenado de elogios, ungiéndola como una política seria, destacando su capacidad de llegar a acuerdos. Ellos saben muy bien, que no faltarán los ingenuos que vean en su origen modesto y en su pasado diaguita, una esperanza de cambio social, como si la conciencia de clase y la revolución, fueran una cuestión de cuna.

En Chile, seguimos con una asignatura pendiente: crear una organización revolucionaria con un programa de construcción del socialismo. Un partido capaz de educar al pueblo en lo ideológico, político y de conducirlo. Mientras ello no ocurra, el pueblo seguirá siendo embaucado y condenado a sobrevivir dentro de los márgenes de la explotación capitalista.